AUTOR: Gabriel Durand
Nuestro mundo está cada vez más globalizado, la tasa de innovación crece exponencialmente y se desarrollan nuevas soluciones que ayudan a la humanidad a mejorar su calidad de vida. En este contexto de expansión, no todos los avances son bien recibidos. En la industria de alimentos, por ejemplo, encontramos un movimiento que busca deslegitimar los beneficios que la ciencia y tecnología brindan a través de la industrialización. Este movimiento caracteriza a un grupo de alimentos como “héroes”, los mínimamente procesados, y a otro como “villanos”, aquellos desarrollados a través de procesos industriales más complejos.
Al contrario de lo que parece indicar la opinión pública, el procesamiento de alimentos ha sido beneficioso para la humanidad, mejorando su conservación, seguridad, calidad y disponibilidad, y ayudando a la sustentabilidad. A esto podría sumarle, además, que posibilita la conveniencia para los consumidores y que genera un gran aporte a su salud y bienestar, ya que les permite tener una oferta amplia de alimentos especiales como los libres de gluten o leches sin lactosa, por mencionar algunos. Sin embargo, algunos líderes de opinión, medios de comunicación y consumidores se refieren a los alimentos industrializados como algo negativo, como los alimentos que deben evitarse.
En este sentido, Carlos Monteiro, el creador de la clasificación Nova, indica que “el problema no está en los alimentos, tampoco en los nutrientes, está más relacionado con demasiado procesamiento”. Es así como nace el término “alimentos ultraprocesados” para referirse a aquellos alimentos y bebidas industrializados cuyas formulaciones se basan en sustancias refinadas con una cuidada combinación de azúcares, sal y grasas, más el agregado de aditivos. Por medio de diferentes estudios, se intenta relacionar el crecimiento en el consumo de esos productos con el aumento de las enfermedades no transmisibles, como la diabetes o la obesidad, lo que los posiciona como nocivos para la salud.
El concepto de alimento ultraprocesado está marcando el rumbo de la industria en Latinoamérica a través de nuevas regulaciones que buscan restringir la venta de productos industrializados en escuelas y su publicidad para niños, instalar el uso de etiquetados frontales de advertencia y aplicar impuestos específicos para ciertas categorías de alimentos y bebidas.
Pero, por su parte, la Asociación Latinoamericana de Ciencia y Tecnología de Alimentos, con su trayectoria y conocimiento en la temática, reconoce que se ha creado gran confusión en los consumidores acerca de la naturaleza y propiedades de los alimentos procesados con apreciaciones no necesariamente basadas en la ciencia, lo cual ha modificado la percepción pública del riesgo asociado al consumo de este tipo de alimentos.
Si bien hoy no existe un consenso sobre esta dicotomía, podemos observar que el haber identificado a los alimentos industrializados como los “villanos” de la mesa no ha traído grandes beneficios a la salud del consumidor. Queda claro que se necesita una acción coordinada, con la participación de todos los sectores, para lograr un efectivo cambio de hábitos en la población.
Sin ser ajeno a las problemáticas actuales de salud derivadas de una mala nutrición, como reflexión, me gustaría concluir diciendo que el procesamiento de alimentos no es contrario a la búsqueda legítima de los consumidores de tener productos más beneficiosos para su salud. Justamente, el desarrollo tecnológico constante permitirá tener soluciones más específicas y convenientes, logrando así una mejor calidad de vida para cada uno de nosotros. Está en la industria el poder identificar estas posibilidades de mejora y ayudar a echar luz sobre estos aún confusos conceptos.