Aquello que bebemos o comemos atraviesa tres fases dentro de la boca (la fase táctil, de masticación y de deglución), que se ven implicadas en el mouthfeel, uno de los drivers más importantes para los consumidores.
Encontrar la ecuación perfecta entre salud, experiencia y satisfacción no es fácil. Por un lado, los consumidores buscan una alimentación saludable y sostenible que contribuya a su bienestar físico, mental y emocional. Por el otro, desean experiencias innovadoras y placenteras con sabores exquisitos, texturas inesperadas y aromas agradables. Entonces, ¿cómo desarrollar alternativas saludables que los consumidores amen?
En este contexto, la sensación en la boca que despiertan los alimentos y bebidas, también conocido como el mouthfeel, se ha convertido en un factor clave para lograr propuestas irresistibles. Una comprensión completa del mouthfeel permite abordar mejor sus desafíos en los diferentes alimentos y bebidas. Para ello, conviene dividir el proceso en etapas.
Las tres fases del mouthfeel
El efecto psicológico
Por último, una vez que se conocen las tres fases, es necesario tener en cuenta el efecto psicológico que envuelve todas las experiencias gastronómicas. Dependiendo de los diferentes antecedentes, como los aspectos culturales, la educación y las experiencias pasadas, las personas perciben los estímulos sensoriales de manera diferente y, por ende, los traducen en diferentes sensaciones que modificarán la experiencia personal de comer.
Cada vez más, los consumidores buscan sacar el máximo provecho de cada situación y apuntan a experiencias culinarias completas que combinen sabores, texturas y colores atractivos con ingredientes funcionales y beneficios que los ayuden a mejorar su bienestar. Así, el mouthfeel presenta una oportunidad para no perderse: ofrece una respuesta ante unos consumidores ávidos por probar nuevas y variadas alternativas, que les permitan alcanzar una indulgencia más consciente.