El acceso a los alimentos está cada vez más restringido como consecuencia de la pandemia por COVID-19. Sin embargo, la industria de alimentos y bebidas cuenta con un puñado de recursos para generar un cambio positivo que compartimos en esta nota.
Una de las principales consecuencias de la pandemia en América Latina se refleja claramente en el agrandamiento de la base de la pirámide social. El COVID-19 dejó una clase media empobrecida y una clase baja más abultada que enfrenta, día a día, las dificultades económicas que le impiden, entre otras cosas, acceder al derecho de la nutrición.
La realidad es dura, pero la buena noticia es que hay mucho por hacer desde la industria alimenticia. El escenario global le propone superar el gran reto de lograr una innovación costo-efectiva en sus productos.
Desde Givaudan, analizamos cuáles son las nuevas necesidades y comportamientos de los consumidores de la base de la pirámide, e identificamos 9 oportunidades en las que la industria puede trabajar para lograr ofrecer productos que sean nutritivos, accesibles e indulgentes sin necesidad de reducir los precios. Para que la necesidad del consumidor se haga accesible desde la propuesta, las marcas pueden:
- Incorporar ingredientes más económicos. El suero de leche, los cereales, el arroz o la proteína de soja, son buenas opciones para mejorar el valor percibido. La invitación es a inspirarse en las dietéticas para crear productos como pralinés, mezclas de cereales, de arroz recubiertos, rellenos grasos, que sean más económicos y, al mismo tiempo, saludables.
- Ofrecer fuentes alternativas de proteínas. Este segmento social está más expuesto a los hidratos. Generalmente, se accede a la proteína a través del huevo o del pollo, ya que la carne de res es más cara. Un desafío puede ser incorporar ingredientes que aporten otros valores nutricionales, como producir bites, trufas o snacks, salados o dulces, a base de proteína de arveja o de soja.
- Disponibilizar el consumo de frutas. El acceso es acotado y limitado a las frutas clásicas, como manzana, banana y naranja.Existe una oportunidad para desarrollar snacks a base de frutas deshidratadas, que pueden incluir productos lácteos, chocolate y hasta supergranos, para que aporten nutrición e indulgencia.
- Generar un aumento de la sensación de saciedad. Para estos consumidores expuestos a tiempos prolongados entre comida y comida existe, un espacio para trabajar productos de digestión lenta, como barras proteicas o a base de isomaltulosa, o chocolates con un bajo índice glicémico.
El escenario global obliga a la industria alimenticia a superar el gran reto de lograr una innovación costo-efectiva en sus productos.
- Fortificar los productos básicos. Ofrecer un valor agregado a los productos básicos puede representar una diferencia para la marca y para el consumidor. La innovación puede aplicarse en productos como los sazonadores. Con una fórmula enriquecida, podrían aportar hasta el 15% de la dosis diaria recomendada de hierro, yodo y vitamina A. El mismo concepto puede aplicarse a los jugos en polvo y las gelatinas, que pueden fortificarse con vitaminas y proteínas que complementen la nutrición.
- Aprovechar el reciclado de envases para aumentar el rendimiento de los productos. En este sector social, todo se recicla y a todo se le encuentra valor. Las marcas tienen, aquí, una posibilidad para generar oportunidades desde el reciclaje y, también, para ofrecer productos concentrados que puedan rendir más a partir de envases reutilizables. Las botellas de gaseosa, por ejemplo, pueden ser un motivo para crear productos como un yogur de 500 cc que, al volcarse dentro de ella, pueda reconstituirse con leche para rendir hasta 2 litros.
- Trabajar en formatos convenientes. Los bites y bocaditos son tendencia y, también, un puntapié para pensar formatos que no generen mucho desembolso, como un bocadito de panettone bañado con chocolate. Otra alternativa es pasar de las presentaciones en tubo a bolsas económicas, que generan un mayor valor percibido.
- Apostar por los productos en polvo. Frente a la escasez de refrigeradores y aires acondicionados en los hogares de este sector, los productos lácteos en polvo, como leches o cremas, podrían ser bien recibidos.
- Ofrecer un acceso a la indulgencia. Los productos callejeros, como las garrapiñadas, o el algodón de azúcar, y aquellos que se encuentran en las dietéticas, pueden inspirar la creación de productos más económicos que brinden esta indulgencia y, a su vez, sean más saludables. Quinoa popeada, almohaditas de cereal rellenas, marshmallow bañados como reemplazo económico del bombón, y hasta el recurso de licencias que hagan a estos productos más apetecibles, pueden ser buenos recursos.
Este escenario incierto y poco alentador, es una oportunidad para que las marcas de alimentos estén más cerca de los consumidores que nunca. Este es un momento en el que cuentan con herramientas concretas que les permitirán convertirse en agentes de transformación y de cambio. Al innovar para responder a las nuevas necesidades, no solo transformarán sus negocios, sino el día a día de un sector cada vez más grande de la sociedad.